Shabat Ajaré Mot – Shabat Hagadol
11-12 de Abril 2014 – 12 de Nisan 5774

Parashá Ajaré Mot / Después de la muerte

Por Baruj Ben Abraham


-Ajaré Mot* Después de la muerte de los hijos de Aharon: Nadav y Avihu, D.ios prescribe la liturgia de los sacrificios del día de Yom Kipur y advierte sobre la entrada al Santo de los Santos (lugar más interno del Santuario donde se encuentra el Arca y donde reside la Presencia divina). Sólo el Cohen Gadol podía entrar en el y solamente el día de Yom Kipur. En este día también, se tomaban dos carneros idénticos y al azar uno de ellos se ofrendaba a D.ios y el otro era despachado al desierto para cargar los pecados de Israel. D.ios prohíbe la ofrenda de sacrificios al exterior del recinto sagrado y el consumo de sangre. La parasha se concluye con la enumeración de las leyes acerca de las relaciones sexuales prohibidas.

Está escrito en nuestra Parasha: "Ushmartem et Jukotai veet Mishpatai…/Guardaran mis decretos y mis juicios…" Vayikrá/Levítico 18:5). Los tratados de Moed Katán 5ª y Yevamot21a, en el Talmud, explican que los jueces de cada generación deben preocuparse de que haya una muralla- un cerco –una protección-que cuide a las Mitzvot de la Torá. Por ejemplo, nuestros jajamim/sabios prohibieron tocar un bolígrafo en Shabat no vaya ser que sea utilizado para escribir. Eso es exactamente lo que representa el cerco a las mitzvot.
D.ios a través de Moshé ordenó a los sabios a estar pendientes de esos cambios generacionales e ir adaptando las leyes a la realidad actual. Es decir, Dios no pudo escribir en la Torá de Moshé leyes de genética en el ámbito de la medicina ni tampoco pudo escribir acerca de la inseminación artificial, sino que en cada tema escribió de forma generalizada y a partir de esa generalización, los sabios pueden utilizar las herramientas de estudio, para inferir qué es permitido y qué no. Los sabios hacen las leyes para que se adapte la gente a la Torá y no la Torá a la gente i así se adaptan a las leyes preestablecidas para hacer nuevas leyes. Por eso se les llama, sabios. ¿Quién es el sabio? El que aprende de los demás y el que ve las consecuencias de sus acciones. Los jajamim saben la situación de su generación y se preocupan de que en ella no se hagan transgresiones. Es decir, aprendiendo de los demás y sabiendo las consecuencias de sus actos, pueden ellos evaluar y establecer qué es lo correcto y qué no.
En el mundo de la medicina, ocurre lo mismo. Los médicos recetan medicinas, tratamientos, etc. en función de sus diagnósticos, de su experiencia con otros pacientes, etc. Ellos observan muchas veces que para ciertos tipos de tratamientos, el consumo de algunos alimentos pueden perjudicar a la persona al punto de agravar la situación de los pacientes. Por eso, en el futuro ellos informan a la población de lo malo que es comer grasas, dulces, fumar y lo bueno que es comer verduras, vitaminas, antioxidantes etc... Nunca vemos que alguien que contradiga a un doctor que es un fanático, por el hecho que le prohíba más cosas de las que ya tenía prohibidas con anterioridad. Más bien escucha lo que le dice el doctor, lo acepta y le paga con satisfacción sus servicios.
Nuestros sabios son como los médicos, ellos prohibieron algunas cosas, ya que observaron que las personas tienen tendencias a las que les hacen daño. ¿Entonces por qué no escuchamos a los jajamim como a los doctores? Además que ellos son más importantes que los doctores, porque el doctor te cura el cuerpo y el sabio te cura el alma, que es eterna. Debemos saber que los sabios vinieron a ayudarnos, que ellos solo pusieron murallas para ayudar a cuidar la existencia del pueblo Judío. Si analizamos lo que les pasó a nuestros amigos que bajaron esas murallas, que dijeron que ellos no escuchaban a los sabios sino que solamente a Dios, veremos que ninguno de ellos cumple ni siquiera lo que dijo Dios en la Torá. Ni siquiera saben diferenciar entre lo que dijo la Torá y lo que dijeron los sabios. La Torá es un árbol de vida. Todo aquel que quita las murallas, pone en peligro la existencia del árbol. Cada halajá (camino a seguir) es una alhaja, una joya. Las joyas no se dejan fuera, sino que se ponen en una caja fuerte en el banco. Mientras más valiosa es, más cuidado necesita. Nuestra Torá, nuestro judaísmo, nuestras mitzvot/ordenanzas, nuestra vida espiritual, son las cosas más importantes del mundo. Por eso, si a un diamante lo cuidamos, cuanto más a nuestra Torá.

 

                                                                      Shabat Shalom
                                                                      Baruj ben Abraham
                                                                      A.C.I.V. Les Escaldes ANDORRA

 


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